Una cabaña para pensar


Vengo de una conferencia de Enrique Vila-Matas y Chus Martínez a cuenta de la inauguración de una exposición en el centro de arte contemporáneo Fabra i Coats. Este centro nos queda al lado de casa a mi guapa y a mí, y según volvía del trabajo, hemos decidido entrar a ver qué.

Yo no he leído nada de Vila-Matas y tampoco sabía quién era Chus Martínez, así que me he puesto a escucharles sin ningún tipo de prejucio o idea preconcebida, ni positiva ni negativa, un poco como el propio Vila-Matas ha dicho que él se enfrentó a la situación de pasar 5 días rodeado de arte contemporáneo.

El caso es que según avanzaba la conferencia he descubierto con asombro que muchas de las cosas que ellos dos decían tenían mucho que ver con los cimientos y el ideario de Casa Tía Julia, y ahí he comenzado a rumiar el acercarme al final y darles un vale por una teja y explicarles el proyecto. Dado que puedo ser una persona de timidez irreductible en ciertos momentos, ir rumiando esta idea me ha tenido en tensión todo el rato.

La idea parecía bien sencilla, acercarme a Vila-Matas y decirle: “Toma, por si necesitas una cabaña para pensar”, que es una expresión que ha citado él y que me ha encantado porque define perfectamente lo que es Casa Tía Julia: “cabaña para pensar”. También ha hablado sobre que muchas veces nos da vergüenza hacer o decir algo porque nadie lo ha hecho o dicho antes, y entonces no asumimos el riesgo de mostrarnos, solo por esa vergüenza, y yo con CTJ estoy justo ahí, entre la vergüenza de explicar el proyecto (en mi pueblo todavía no lo he hecho, porque no sé qué pensarán de mí) y la necesidad de tirarme a la piscina por completo.

Además, ha sido muy divertido cuando ha contado cómo él se estuvo preparando para dar una conferencia a la que no acudiría nadie (una de las propuestas artísticas era crear un espacio para 100 conferencias en un sitio de difícil acceso, donde casi nadie pudiera llegar) y se llevó un disgusto cuando vio que su charla era en el centro de la ciudad y no en aquel otro recóndito lugar más allá de un bosque. Todo esto, sin duda, daba pie para decirle “si algún día quieres dar una conferencia en un lugar recóndito, a la que no vaya nadie, estás más que invitado a mi pueblo”.

Otra de las cosas que ha mencionado y que es precisamente es una de las frases que repito constantemente cuando hablo de mi proyecto, es que para innovar no hace falta estar creando algo nuevo, sino que basta muchas veces con recuperar una manera o un saber hacer del pasado.

Así que al final, armándome de valor, me he acercado un momento y les he dado el vale por una teja (que por suerte llevaba por casualidad en el bolsillo), pero de todas esas frases que daban pie a explicar por qué su experiencia y la mía no eran tan diferentes, no ha salido ni una por mi boca; se han evaporado en algún lugar entre mi cerebro y mis cuerdas vocales y solo he acertado a tartamudear que les daba un vale por una teja, que la conferencia había sido muy interesante y que me moría de vergüenza, que adiós.

En fin, en el fondo yo sigo siendo una chica pequeñita de provincias y estas cosas me suponen un esfuerzo terrible. De todas formas, del día de hoy me quedo con esta definición, «cabaña para pensar» que a partir de ahora utilizaré cuando tenga que definir Casa Tía Julia.

pd: Aquí se puede leer la entrevista a Chus Martínez en Jot Down que citó Vila-Matas durante la charla.

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